El supermercado y su índice propio

Para que seguir confundiendo a los trabajadores, si tenemos el índice del supermercado y con eso nos alcanza. Nadie pasa por el INDEC o por una consultora privada para después ir de compra con precios ciertos.

Nadie ha organizado un paseo de compras al Mercado Central, porque habría que deducir del salario no menos de tres horas y media de tiempo caído. ¿Qué o cuánto compraba en el supermercado hace uno o dos años con $ 100 y qué puedo adquirir hoy? Hasta donde alcancen 50 pesos para dar una cifra tal vez más alta que la real.

Es un hecho que el "modelo" sostenido a base de inflación, hace crecer la desigualdad a un ritmo vertiginoso. Sin duda, los ricos son menos en cantidad, pero tienen más riqueza que antes. Los pobres son más en cantidad pero también son ahora más pobres

Hay algo perverso cuando los consumos de una familia con $ 12.000 mensuales padecen una inflación del 11% y otra familia con $ 3.000 mensuales enfrenta una inflación del 30%. La primera de esas familias pierde $ 1.210 de poder de compra y la otra familia pierde $ 900; el problema es que la primera gana cuatro veces más que la segunda.

Ya no podemos engañarnos: nuestros precios bien puede medirse en dólares. Tenemos precios en dólares pero salarios en pesos. Estados Unidos paga $ 2,90 el litro de nafta y la Argentina $ 4. Como ahora se han liberado los precios en la Argentina, los combustibles serán más caros. ¿Por qué? Porque cuando venga la cosecha el Gobierno podrá recaudar más con un combustible más caro.

Todo bien para los recursos fiscales. ¿Pero el trabajador sabe que si el Gobierno lleva lo suyo también su bolsillo sufrirá el “efecto flete y transporte”. ¿Quién puede pensar que no impactará en el precio de los alimentos frescos y envasados? El IVA en la Argentina - un impuesto cargado sobre todos los consumos - alcanza el 21%, en Estados Unidos el 6%, en España el 16%, en Brasil el 14% y en Chile el 19%. En Estados Unidos las tasas de interés oscilan entre 1,75% y el 2,8% anual; en la Argentina superan el 22%.

Una economista privada advertía que "esta medida se toma en un momento particular en el que la presión del dólar es mayor y entonces hay que frenar la salida de capitales vía importaciones. Estas medidas se ven cuando no hay una fuerte cosecha, y si además existe demanda de dólares, entonces se hace para frenar la presión sobre el dólar".

El Gobierno toma su propia medicina. Nada queda del superávit comercial. Nada queda del superávit fiscal. Y, entonces... ¿cómo mantener el modelo? Apelando a los fondos del ANSES y haciendo derrumbar el ahorro interno con un modelo de consumo que solo muestra una apariencia de prosperidad. ¿Por qué tanta alarma con las importaciones? Se explica. Estas crecieron un 45% en 2010 y redujeron el superávit comercial.

La alarma suena cuando hay presiones sobre el dólar al que habrá que sostener hasta que la cosecha, tal es el argumento, ingrese una masa de dólares al país. Entre tanto el Gobierno bloqueó compras al exterior mediante un arbitrio (licencias no automáticas) que implican a 600 productos, entre otros, también al papel y cartón.

Conclusiones para la acción

Las negociaciones paritarias y los factores ocultos pero poderosos que bajo la mesa están siempre presentes juegan su parte. Los trabajadores papeleros creen en su industria porque su destino laboral se encuentra relacionado con la prosperidad y supervivencia de aquella.

La circunstancia de promover un ajuste salarial a tono con la pérdida de poder compra no compromete, como se dice a veces ligeramente, el nivel de productividad.

Los empresarios lo saben y por eso no discuten productividad temiendo, al hacerlo, tener que compartir factores de decisión que hacen a sus ganancias y a los salarios de los trabajadores. Que no se diga que la evolución de sus precios no ha acompañado la inflación interna porque, entonces, deberían probar que comprando en el exterior, con dumping o sin él, han bajado el precio de los papeles y cartones. Que tampoco se nos diga que existen precios deprimidos en la celulosa que impiden mejorar salarios en la rama de fabricación cuando el precio internacional es ascendente.

Todo está dicho. Y, en cuanto al control de los factores que señaláramos al comienzo, la hora presente nos indica la necesidad de una meta que no puede negociarse: ¡Que no se quite a algunos trabajadores parte de los salarios ganados en una paritaria para dar de comer al Impuesto a las Ganancias!

Ésta debe ser una meta unificadora de los trabajadores, porque no se puede aceptar que más de medio millón de asalariados en relación de dependencia y miles de jubilados paguen Ganancias cuando deberían estar exentos.

Blas Juan Alari
Secretario General

Publicado porPapeleros Argentinos en 11:39